domingo, 4 de julio de 2010

¿Es la modernización justificación de la pérdida de las tradiciones porteñas, que caen víctimas del capitalismo en manos de las grandes empresas?

En la sociedad actual todo lo que nos rodea está cambiando constantemente: el celular que hoy es de última generación en menos de un mes estará obsoleto, el computador último modelo en poco tiempo será chatarra, en la actualidad es posible crear células madre artificialmente... Y así, sucede lo mismo con la mayor parte de las cosas. Nuestro mundo corre a gran velocidad en pro de conseguir grandes progresos para mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas, pero si dejamos que este proceso invada todos los ámbitos de nuestras realidad podemos llegar a perder nuestra identidad. El conservar las tradiciones se ha vuelto más difícil que antier, ya que el deseo inagotable de avance destruye todo lo que no coopere con sus intereses. Hace tres décadas era normal celebrar navidad en familia conmemorando el nacimiento de Jesús y la unión familiar, olvidándose en cierta medida de los regalos y enfatizando el sentimiento de amor que se generaba. Hoy en día, navidad equivale a consumismo y la mayoría de los niños no asocia esta fecha con unión y amor, sino que con regalos. Aquí podemos evidenciar que el rápido ritmo de la vida actual deja poco espacio a conservar tradiciones: las va desmoronando de a poco y las sustituye por tecnología y dinero.
La modernización va acompañada del capitalismo, ya que éste gana poder a medida que la modernización va ganado terreno: una industria especializa su trabajo en distintas áreas para aumentar la productividad, al hacer esto también aumentan las ganacias y el dueño puede enriquecerse, naciendo en este último "un amor por el dinero" que lo llevará a apoyar la modernización en pro de alimentar su sentimiento egoísta. El codiciar tener más que el otro marca aún más la grieta entre las clases sociales: unos se enriquecen a costa del empobrecimiento de otros. Con tal de ganar dinero, las grandes empresas ignoran las tradiciones y costumbres del lugar en el cual se localiza su área de especialización, no importándoles pasar por encima de éstas con tal de conseguir su propósito. En este marco se da la lucha de los habitantes del Muelle Prat, que quieren conservar sus tradiciones e identidad, lidiando con el capitalismo y la modernización, las que son materializadas por la Empresa Portuaria Valparaíso. La EPV librarse de ellos para así unificar sus dominios en el Puerto de Valparaíso y aumentar sus ganacias, sin embargo, si ellos hacen esto destruirían parte de la Historia de Chile y parte de la cultura porteña, por lo que los sindicatos que conforman el muelle están en pie de guerra ante la opresión ejercida. Para evidenciar esta lucha, hemos enfocado nuestra mira en los lancheros, que tienen una confrontación más ardua y directa hacia la EPV, en comparación con los otros participantes del problema, esto porque son los únicos que no cuentan con un seguro de permanencia y con un lugar físico que no sea el mar. Cabe mencionar, que aunque los lancheros se dividen en dos grupos: el Sindicato de Interempresa Nacional de los Trabajadores de Lanchas del Muelle Prat y la Asociación de Dueños de Lanchas del Muelle Prat, ambos trabajan por la misma causa; no obstante, nuestro informante clave pertenece al primero.
El Muelle Prat es un paraje turístico y uno de los puntos declarados Patrimonio de la Humanidad, por lo que su importancia no es menor, ya que aportan a la Joya del Pacífico un legado histórico-cultural que avalan la condición de éste. Sin embargo, sólo el sector terrestre del muelle cae dentro de esta categoría, dejando en desventaja y a la deriva a los lancheros, los que al no tener un apoyo de éste estilo se ven atacados constantemente por la EPV, pues estos no les genera "ganancias" el tenerlos en el muelle. Año tras año surgen varios "incovenientes" en los lancheros por gentileza de la empresa, la que se empeña en sacarlos del lugar. Estos "dolores cabeza" han llevado a que el el sindicato se reactive, luego de cerca de diez años de inactividad, para combatir las injusticias que se cometen, resguardando los derechos de sus miembros y dando la pelea para lograr conservar su hogar y fuente de trabajo. Aunque los problemas que han enfrentado van variando a lo largo del tiempo, el trasfondo es siempre el mismo. Este año surgió un nuevo problema: tras el terremoto ocurrido en febrero, el muelle quedó bastante deteriorado, lo que no solo afectó la infraestrucutra sino que también a los trabajadores del muelle. Sólo en el caso de los lancheros, los viajes en lancha disminuyeron drásticamente, lo que se produjo por un descenso en los visitantes del lugar, esto debido a que cerca del 65% de la construcción quedó dañada, reduciéndose el tamaño físico del lugar y con ello la seguridad. La EPV y el Gobierno son los que deben velar por la mantención del lugar, no obstante, con el cambio de mando la decisión de aplazó, hasta seis meses, de los que hasta el momento han trasncurrido cerca de tres. El puerto no tiene apuro en cambiar la situación, pues a ellos no les afecta, pero a los lancheros y personas del lugar sí. Han demandado una pronta solución, mas no les escuchan y les tientan a que abandonar es mejor que quedarse, pero los lancheros no están pidiendo dinero ni nada que a ellos no les corresponda, sólo piden condiciones dignas para trabajar y así poder llevar el pan de cada día a sus casas.

Algo que se destaca dentro de todo es que la esperanza, tenacidad y perseverancia de los lancheros no tiene límites: Dios nunca cierra una puerta sin abrir una ventana, por lo que buscaron y buscaron la "ventana" y dieron con una gran solución. Gracias al asesoramiento del señor Milos Miskovik, director del Departamento de Desarrollo Turístico y al apoyo de la Ilustre Municipalidad de Valparaíso, han podido acceder al Proyecto "Puerto Viejo", con el cual se reconocería como Patrimonio Intangible de la Humanidad a las lanchas, no pudiendo la EPV moverles de su actual localización. Esto ha sido un gran paso para los lancheros, lo que demuestra que el que persevera alcanza. Por el momento los lancheros han ganado una batalla a favor de la cultura porteña, comprobando que la modernización y la sed de dinero no son justificaciones demasiado fuertes como para derribar una tradición.

1 comentario:

Esperamos sean de su agrado las publicaciones realizadas.
Su opinión es importante para nosotros, por lo que les solicitamos respeto y seriedad en los comentarios. Gracias.